lunes, 19 de noviembre de 2007

Solo

Siempre he tenido muy claro porque decidí ser profesor.

Desde el primer momento que entré en una clase, supe que aquellas 17 criaturillas que tenía delante mía, iban a ser el verdadero impulso que me haría levantarme todas las mañanas. Un centro de energía lleno de ganas de saber, de vivir, de darlo todo, sin pedir nada a cambio.

Creo firmemente que son el futuro, que si se les enseña con buenos valores , pueden hacer realidad ese cambio que esta sociedad tan putrefacta necesita. Son un disparo de ilusiones, pero hay que enseñarlos donde apuntar.

Cuando estas razones se enturbian con méritos, interesés, e insatisfacciones personales, se pierde todo. Yo no acepté dirigir un proyecto muy importante por unos puntos o un ingreso de más.

Creo que reciclándonos de los errores y abriéndonos al futuro , es la única forma de progresar, movernos, no quedarnos quietos.

Ahora me he quedado solo; todos aquellos que me animaron, una vez lograron su medallita me han abandonado. Ya tienen su recompensa, fui su papelito de usar y tirar.

No me hacen falta tampoco, si he llegado hasta aquí, puedo comerme el mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La profesión de educador es algo vocacional, tiene que gustarte y a ti desde luego te apasiona. Ojalá todos pensaran como tú y creyeran fervientemente en principios como los tuyos...

Eso de colgarse medallitas no suena nada bien... si ellos dan ese ejemplo no sé como saldrán luego los niños a su cargo...

Estoy seguro de que tus niños, esos a los que quieres y adoras, van a ser GRANDES en mayúsculas y heredarán esos valores tan positivos que les transmites.

Cómete el mundo, porque tu puedes y aunque ahí puedas estar solo, fuera tienes a gente que te apoya en todos los temas, incluido éste.

Te quiero